mercoledì 3 febbraio 2010

SUBLIMACION O NEUTRALIZACION



Sublimación o neutralización
Louis Pecchio

La sublimación es un mecanismo que fue identificado por Sigmund Freud. En cuanto una defensa determina el desplazamiento de un impulso sexual o agresivo hacia un objetivo diferente y, de todos modos, no hacia las actividades sexuales y agresivas, como serìan aquellos relacionados con la vida artística, intelectual y cultural.

Otros mecanismos contribuyen en distinta medida a la motivación y el logro de la sublimación también llamada neutralización. El individuo, de hecho, frente a la acción de sus defensas, siempre tiene una especial necesidad de equilibrio, para su aplicación, la persona debe tomar decisiones en cuanto lo considere apropiado. La sublimación es ciertamente la influencia de estos mecanismos. Esta defensa se puede considerar un mecanismo de éxito y su contribución también puede ser de importancia universal.

La sublimación, a partir de los impulsos libidinales o agresivos puede llevar a la transición hacia una meta más que aquella sexual o agresiva, puede encontrar un uso para el nivel personal o ideológico, sociocultural, como por ejemplo cuando afecta a la defensa intelectual y artística. Esto se produce a expensas de un impulso sexual o agresivo, como ha sido señalado por Sigmund Freud en cuanto “las energías renovables”. De esta manera se pondrá a disposición la obra de la civilización, mediante la liberación de enormes cantidades de energía. (Véase Sigmund Freud, La moral sexual "civilizada" y el moderno nerviosismo)

La sublimación, en su esencia, pretende resolver el conflicto entre la necesidad determinada por el objeto de satisfacer el principio del placer y la necesidad de cumplir con el principio de la realidad. Este mecanismo está destinado a hacer referencia a estos casos a la vez que alcumplimiento de altos valores éticos y sociales de los frentes. El principio del placer está representado principalmente por el cumplimiento directo de la conducta sexual concreta, mientras que el principio de realidad estarìa representado por los valores que implican las barreras de orden social, que impiden el cumplimiento de ese impulso y otros elementos de diversos origen. La naturaleza y orientación de la sublimación son determinadas por la escala de valores considerados en alta estima por el pasado biogràfico del sujeto.

En la introducción, se menciona la defensa de la “utilizaciòn” y de la “simplificaciòn”, para mejor comprensión la razón por la que son mecanismos atractivos, a continuación proporcionamos una breve presentación de estos mecanismos.

La “utilizaciòn” constituye principalmente una defensa basada en la profunda necesidad de una naturaleza primaria, que tiene el individuo sano puede beneficiarse y sacar provecho de su propia vida interior de una dirección correcta que se proyecta hacia un uso equilibrado de las relaciones tanto con los sujetos, tanto con el mundo y la realidad en general. También se trata de la orientación bajo la presión de diversas motivaciones del momento, las tensiones ideológicas y necesidades sociales.

En cambio, la “simplificación”,es un mecanismo llamado a presidir la toma de decisiones de los procesos de la materia, que supervisa los pasos de síntesis interpretativa con la identificación proyectiva y la modalidad del equilibrio. Un punto de enlace entre estas defensas y la sublimación, es que los tres contribuyen a la aplicación de las funciones mentales superiores del individuo.

Consideremos ahora las pulsiones que determinan la forma de impulso, energía, y algunos aspectos de la existencia humana. En primer lugar, en la realidad erótica de la pareja, se observa que son elementos esenciales de nuestras vidas, tanto biológicos como psicológicos. La libido, que es su expresión, se realiza a través de una comparación continua entre varias instancias internas y externas para el sujeto. Estos son de naturaleza variada y con frecuencia son contradictorios entre sí. La orientación para la selección y operación de las instancias en este concurso representa para la persona una oscilación constante entre el principio del placer y el de la realidad, entre sus factores homólogos tenemos la función mental de la homeostasis. Estas opciones y decisiones están bien representadas por la simplificación. (Véase Luigi Pecci, La simplificación o reduccionismo, En "Simposio", Fall 1999, No. 12.)

Debido a que nuestro equilibrio tiende continuamente a una situación de homeostasis, la misma sólo puede lograrse mediante la coordinación adecuada de las pulsiones en relación con la disponibilidad del sujeto. Sin embargo, las energías no siempre están armonizadas y en equilibrio con los demás como es el caso del mecanismo de la “utilizaciòn”. Muchos jugadores están sometidos a la disarmonìas y psicopatologías tales que, en lugar de emerger el mecanismo de la “utilizaciòn”, sobreviene el mecanismo operativo de la instrumentalizaciòn, aquí se trata en un capítulo aparte. La agresividad, inherente a la naturaleza instintual y la impulsividad, a las producciones derivadas, puede llegar a tomar el control. Por lo tanto la energía psíquica, en vez de canalizarse hacia un proceso de sublimación, puede ser expresado por la forma negativa de la instrumentalizaciòn. Obviamente, la agresividad es tal que difícilmente podría ser sublimada, porque, como demuestra el estudio de las perversiones, de estos trastornos, esta adquiere un carácter de co-acciòn.

Desde nuestros comportamientos, ya sea consciente o inconsciente, sexualmente determinado, una serie de operaciones que realizamos de la "naturaleza" aparentemente "inocentes" se realiza incluso en el rostro de cumplimiento, de notificación a la instancia de la reproducción de la especie y el de la sexualidad conectado a la primera. Esta energía principalmente en lo biológico y en lo fisiológico es crucial para la reproducción de la especie, puede, en la condición humana, ser motivo de transformaciòn hacia otras direcciones, así como el de la sexualidad (en el caso de la sublimación).

Sublimación, operando o procediendo desde las pulsiones y los valores en general,seudointerpretados como "bajos" o sin "pretensiones intelectuales, se contrapone a los mismos valores que recibieron - a través de una serie de pasos - en los valores "superiores", nobleza espiritual detrás del empuje de una tensión interior profunda, es un factor existencial y cultural. Es una defensa para que, quizás, en parte, aún no hay teoría psicoanalítica coherente y global. Este mecanismo genera una transferencia de la libido y la transición hacia las funciones mentales superiores con respecto al objetivo sexual común: de este modo, la energía libidinal que figura en el impulso sexual se dirige hacia otras tensiones y hacia actividades humanas que aparentemente no están relacionados con la sexualidad. Tal vez la inestabilidad de las fronteras entre "valores “altos” y valores “bajos”, incluso en relación con los cambios socio-históricos y culturales, explica la fugacidad y la fragilidad del concepto de sublimación y de las dificultades para definir en términos de la teoría psicoanalítica.

Hay otras variables importantes que predisponen a la sublimación y por lo tanto se cuenta, entre ellas, un alto coeficiente intelectual y un fondo cultural distintivo. Albert Einstein, absorto en sus meditaciones sobre la ciencia, descuidado sus deberes maritales como amar a su esposa, de modo que ella debìa que recordàrselos.

En relación con la sublimación, podemos decir que es la trivialización de las defensas orientadas en direcciones opuestas. De hecho, es un mecanismo de defensa del ego que le permite subestimar la importancia de los acontecimientos o graves y complejos problemas que el individuo no sabe cómo resolver o tratar, procediendo asì a la represión o a la disminuciòn de su intensidad. En otras palabras, la banalizaciòn de los recuerdos mediante la verbalizaciòn lleva a resolver situaciones que de otro modo implicaría fuertes implicaciones emocionales. Por ejemplo, la persona incapaz de hacer frente a un tema determinado de valores puede optar por la adaptación a las leyes de la lógica del consumismo.

Cuando este mecanismo logra su propósito, conduce a una situación similar a la que se produce en la sublimación con una represiòn de la ansiedad y una recomposición de un nivel emocional tolerable. Esta banalizaciòn - pese a tener un cierto paralelismo con la sublimación - tiene una escala de direccionalidad diferente.

En realidad, la sublimación determina el desplazamiento de un impulso agresivo, típico de la actitud sexual, hacia una meta no agresiva y no sexual, tiende a una mejora en las actividades sociales, tales como actividades artísticas o intelectuales.

Sigmund Freud fue el primero en mostrar - en este poder de sublimación - la fuente y la sustancia del proceso de la civilización, sin embargo, comprende, en términos diametralmente opuestos a los que figuran aquí como casos típicos de la trivialización. (Véase Luigi Pecci, Trivializar, En "Simposio" Primavera '97, No.7, p. 125.). Mediante este mecanismo, la libido pierde su carga sexual al modificar el nivel de los valores determinados, o se orienta hacia "los no valores" con frecuencia de caràcter mediocre.

Según Freud, "El deseo sexual - o, más bien, el instinto sexual, desde la encuesta analítica nos enseña que el instinto sexual se compone de muchos componentes, de muchas pulsiones parciales - es probablemente el más desarrollado en los seres humanos que en la mayor parte de los animales superiores y, sin embargo, más constante, ya que prácticamente ha superado la frecuencia con la que está vinculado en los animales. Se pone una enorme cantidad de energía disponible a la labor de la civilización, y que debido a su especial calidad de ser capaz de mover su notable objetivo sin disminución esencial de la intensidad. Llamamos facultad de “sublimación”, a esta propiedad que puede cambiar el acto sexual original por otro objetivo, ya no sexual, pero psíquicamente relacionado con el primero. En contraste con esta posibilidad traslaciòn, que constituye el valor de la civilización, el deseo sexual también admite una fijaciòn particularmente obstinada, que le hace inutilizable y, a veces hace que se degenere en las asì llamadas anomalías psìquicas. La intensidad del impulso sexual original probablemente varía de individuo a individuo, sin duda es la parte oscilante de lo que se presta a ser sublimada. Presentamos que es la primera organización para determinar qué parte del impulso sexual congénito mostrará la sublimación y el uso en cada individuo, además, influye en la vida intelectual ejercidas sobre el parato psíquico para dar lugar a una sublimación posterior. Sin embargo, la certeza de que este proceso de desplazamiento no puede continuar indefinidamente, ya que no puede ser la transformación del calor en trabajo mecánico en nuestros automòviles. En cierta medida, la satisfacción sexual directa parece indispensable para la mayoría de las organizaciones es una variable individual cuyo fallo se paga con fenómenos que, en virtud de su acción nociva sobre la función y su naturaleza subjetiva del dolor, se debe considerar mórbida. (Véase Sigmund Freud, La moral sexual "civilizada" y el nerviosismo moderno [1908].

Creemos que la sublimación utiliza energía neutralizada, después de haber sido transformado el impulso sexual agresivo. De hecho, la energía libidinal, de acuerdo a las leyes del proceso primario, tiende naturalmente a una descarga inmediata, dirigida a una vìa sexual o un objetivo agresivo. Por tanto, es neutralizado, convirtièndose en energìa disponible para actividades de caràcter sublimado y segùn la orientaciòn del yo. El sujeto es construìdo, en relación con su cultura, los valores a la que aspira, de acuerdo a su formación, su carácter, puede implementar un mecanismo de sublimaciòn.

Según Freud: "La doctrina de los instintos es, por así decir, nuestra mitología. Las unidades son entidades míticas, grandiosas en su indeterminaciòn. No podemos descuidar nuestro trabajo, nisiquiera un momento, y aunque nunca estamos seguros de elegir con claridad. (...) Nos dijimos que la distinción es probablemente equivocada, para empezar, dos pulsiones principales, impulsos o especies de pulsiones o grupos de pulsiones, de acuerdo a dos necesidades bàsicas: el hambre y el amor. A pesar de que normalmente defienden celosamente la independencia del psicoanálisis de todas las otras ciencias vemos, a pesar de nosotros, un hecho biológico irrefutable, lo que demuestra cómo la vida individual se sirve de dos objetivos: la auto-preservación y la conservación de la especie. Ellos parecen independientes unos de otros, a nuestro entender no han encontrado todavía una derivación común, y sus intereses están a menudo en desacuerdo entre sí en la vida de los animales. Esto significa, de hecho, hacer de la psicología biológica, para estudiar los fenómenos psíquicos en relación con los procesos biológicos. Los representantes de esta opinión son los "yo-instintos y los " impulsos sexuales ", que fueron presentados por nosotros en el psicoanálisis. Entre los primeros en incluir todo lo que es relevante para la preservación, la afirmación y la expansión de la persona. En segundo lugar, nos es pontáneamente dada la variedad que proviene de la vida y la de ese niño perverso sexual. En cuanto a la investigación de las neurosis, es reconocible porque limita el poder y elimina la orientación sexual y lo que es limitado y eliminado, creemos que toque no sólo la diversidad, sino también al conflicto entre los dos grupos de unidades. Objeto de nuestro estudio fueron los primeros impulsos sexuales, cuya energía ha sido llamada "la libido". En relación con ellos, hemos tratado de aclarar nuestras ideas sobre el problema de qué es un instinto y què es lo que puede atribuìrsele. Este es el propòsito de la teoría de la libido.

Así, una pulsiòn se diferencia de un estímulo por el hecho de que proviene de fuentes internas de estímulo para el cuerpo, actúa como una fuerza constante y la persona no puede escapar mediante el mecanismo de la fuga, como se puede hacer con el estímulo externo. En la unidad se pueden distinguir: fuente, objeto y objetivo. La fuente es un estado de excitación en el cuerpo, el objetivo de la eliminación de esa excitación, a lo largo de la ruta de la fuente a la unidad de destino se vuelve físicamente activo. Nos la representamos como una cierta cantidad de energía que presiona hacia una dirección determinada. De aquí se deriva la prensa como "unidad". Se habla de pulsiones "activas" y "pasivas", pero debería decir más exactamente: metas pulsionales activas y pasivas, así como para lograr un meta pasiva es evidente que hay una pérdida de actividad. La meta puede ser alcanzada en el propio cuerpo; por regla general, sin embargo, se introduce un objeto externo en relación con el cual la unidad llega a su meta externa, el medio interno es siempre la mismo, a saber, el cambio de percepción de satisfacción corporal. No hemos podido aclarar si la relación con la fuente somática otorguea las pulsiones su especificidad. Como prueba de la experiencia analítica, es un hecho indudable que los impulsos instintivos procedentes de fuentes identificadas pueden estar asociados con los impulsos de otras fuentes compartiendo el destino ulterior, y que por lo general una satisfacción pulsional puede ser sustituida por otra.

tambièn la relaciòn de las pulsiones con la meta y con el objeto admite variaciones: los dos se pueden intercambiar con otros, mientras que puede ser más fácil de distensionar la relación con el objeto. Un cierto tipo de modificación de la meta y el cambio del objeto, cuando se toma en cuenta nuestros valores sociales, y que hemos designado como "sublimación". Además, también tenemos motivos para distinguir las pulsiones que están inhibidas en su “meta", o acciones pulsionales provenientes de fuentes determinadas e inequívocas, pero hacen un alto en el camino hacia el cumplimiento de la satisfacciòn, de este modo viene a formarse una inversión objetual duradera y persistente [emocionalmente].

De este tipo es, por ejemplo, la ternura hacia los demás, que se mueve, sin duda, por las fuentes de la necesidad sexual e invariablemente por su renuncia a satisfacerla. "



La referencia a Eros de Freud de que se puede transformar en la ternura es en nuestra opinión, un avance de los estudios sobre la formación y constitución de las emociones, particularmente adecuado como mecanismo de defensa (sublimación), debido a un Eros-destino diferente que pueden transformar estas pulsiones de vida, que muestra el afecto en cuanto un procedimiento previo para la transformación de las emociones. Esta pantalla es, sin duda una convocatoria de investigación en esta dirección: el amor que podía ser amor libidinal y apasionado, el efecto de una forma elevada de pensar aùn no hecho y las energías liberadas, que se han convertido en sublimada ternura.

En este capítulo, se hizo referencia a más de un mecanismo de defensa tratando de indicar los puntos de contacto a fin de determinar los detalles, los efectos de las interacciones entre las defensas psicológicas en nuestro microcosmos.

Nota del Editor
Este documento es una capìtulo de Luigi Pecci "La huella del manto inmenso - metapsicología de los mecanismos de defensa y adaptación"

sabato 30 gennaio 2010

SOBRE LOS CRITERIOS PARA LA FINALIZACION DE UN PSICOANALISIS

SOBRE LOS CRITERIOS PARA LA TERMINACIÓN DE UN PSICOANALISIS

MELANIE KLEIN

(1950)
Los criterios para la terminación de un análisis constituyen un importante problema para cualquier psicoanalista. Hay muchos criterios sobre los cuales todos nos pondríamos de acuerdo. Quiero proponer aquí un enfoque diferente del problema.
Se señala a menudo que la terminación de un análisis reactiva en el paciente las situaciones más tempranas de separación, que es como una experiencia de destete. Esto implica, según me lo ha mostrado mi trabajo, que las emociones que siente el bebé en el momento del destete, cuando los conflictos infantiles llegan a su cúspide, se reviven intensamente al finalizar un análisis. De acuerdo con esto, llegué a la conclusión de que antes de dar por terminado un análisis tengo que preguntarme si los conflictos y las ansiedades experimentadas en el primer año de vida han sido suficientemente analizados y elaborados en el curso del tratamiento.
Mi trabajo sobre el desarrollo temprano (Klein, 1935, 1940, 1946, 1948b) me ha permitido distinguir dos formas de ansiedad: la persecutoria, que predomina durante los primeros meses de la vida y es fuente de la "posición esquizo-paranoide", y la depresiva, que culmina alrededor de la mitad del primer año y es fuente de la "posición depresiva". He llegado a la conclusión de que al principio de su vida postnatal el niño siente la ansiedad persecutoria en relación con fuentes a la vez externas e internas: externas, en tanto que la experiencia del nacimiento se vive como un ataque; e internas, porque la amenaza para el organismo proveniente, de acuerdo con Freud, del instinto de muerte, suscita a mi criterio el miedo a la aniquilación -el miedo a la muerte-. Es este miedo lo que considero la causa primaria de la ansiedad.
La ansiedad persecutoria se vincula principalmente a peligros sentidos como amenazando el yo; la ansiedad depresiva, a peligros sentidos como amenazando el objeto de amor, en primer término por la agresión del sujeto. La ansiedad depresiva surge de procesos de síntesis en el yo; porque como resultado de una creciente integración, el amor y el odio, y, en consecuencia, los aspectos buenos y malos de los objetos, se vuelven más cercanos en la mente del niño. Un cierto grado de integración es también una de las condiciones previas de la introyección de la madre como persona total. Los sentimientos y la ansiedad depresivos llegan a su cúspide -la posición depresiva- alrededor de la mitad del primer año. Entonces, la ansiedad persecutoria ha disminuido, aunque sigue desempeñando un papel importante.
El sentimiento de culpa, vinculado con la ansiedad depresiva, se refiere al daño causado por los deseos canibalistas y sádicos. La culpa hace surgir el impulso a reparar el objeto de amor así dañado, a preservarlo o restaurarlo, impulso que profundiza los sentimientos de amor y promueve relaciones objetales.
En el momento del destete, el niño siente que pierde su primer objeto de amor -el pecho de la madre- tanto como objeto externo y como introyectado, y que esta pérdida se debe a su odio, agresión y voracidad. Entonces el destete incrementa sus sentimientos depresivos, que evolucionan hacia un proceso de duelo. El sufrimiento propio de la posición depresiva está vinculado a un incremento de la comprensión de la realidad psíquica, que a su vez contribuye a una mejor comprensión del mundo externo. Gracias a su creciente adaptación a la realidad y a la mayor amplitud de las relaciones objetales, el niño es capaz de combatir y disminuir sus ansiedades depresivas y, en cierta medida, establecer firmemente sus buenos objetos internalizados, es decir, el aspecto favorable y protector del superyó.
Freud describió la prueba de realidad como parte esencial del trabajo del duelo. A mi criterio, es en la temprana infancia cuando se utiliza por primera vez la prueba de realidad para superar el dolor vinculado a la posición depresiva; y cada vez que se experimenta un duelo, estos procesos tempranos se reactivan. He comprobado que el éxito del trabajo del duelo en los adultos depende no sólo de establecer dentro del yo la persona perdida (como lo hemos aprendido de Freud y Abraham), sino también de restablecer los primeros objetos amados, que en la temprana infancia fueron destruidos o puestos en peligro por los impulsos destructivos.
Aunque los primeros pasos para contrarrestar la posición depresiva se realizan durante el primer año de vida, los sentimientos persecutorios y depresivos reaparecen en el curso de la infancia. Estas ansiedades son elaboradas y superadas con amplitud en el curso de la neurosis infantil, y normalmente, cuando comienza el período de latencia, se han desarrollado defensas adecuadas y se ha alcanzado ya un cierto grado de estabilización. Esto significa que se han conseguido la primacía genital y relaciones objetales satisfactorias, y que el complejo edípico ha perdido fuerza.
Extraeré ahora una conclusión de la definición dada acerca de que la ansiedad persecutoria se refiere a peligros sentidos como amenazando el yo y la ansiedad depresiva a peligros sentidos como amenazando el objeto amado. Esto significa que estas dos formas de ansiedad comprenden todas las situaciones de ansiedad por las cuales pasa el niño. Así, el miedo de ser devorado, de ser envenenado, de ser castrado, el miedo a ataques en el "interior" de su cuerpo, pertenecen a la ansiedad persecutoria, mientras todas las ansiedades referidas a los objetos de amor son de naturaleza depresiva. Sin embargo, las ansiedades persecutoria y depresiva, aunque conceptualmente distintas desde el punto de vista clínico, a menudo se mezclan. Por ejemplo, considero que el miedo a la castración, la principal ansiedad en el varón, es persecutorio. Este miedo se mezcla con ansiedad depresiva en la medida en que produce el sentimiento de no poder fecundar a una mujer, en última instancia de no poder fecundar a la madre amada, y en consecuencia de no ser capaz de reparar el daño que ella sufrió por los impulsos sádicos del niño. No es necesario recordar que la impotencia produce a menudo una severa depresión en los hombres. Consideremos ahora la principal ansiedad en las mujeres. El miedo de la niña de que la madre terrorífica ataque su cuerpo y los bebés que contiene, -que, a mi juicio, constituye la situación de ansiedad femenina fundamental- es persecutorio por definición. Pero en tanto que este miedo implica la destrucción de sus objetos amados -los bebés que siente dentro de ella-, posee un fuerte elemento de ansiedad depresiva.
De acuerdo con mi tesis, una condición previa para el desarrollo normal es que tanto las ansiedades persecutorias como las depresivas hayan sido ampliamente reducidas y modificadas. En consecuencia, como espero que haya resultado claro de mí exposición anterior, mi enfoque del problema de la terminación de los análisis de niños y de adultos puede definirse así: que la ansiedad persecutoria y depresiva haya sido suficientemente reducida, lo que -a mi criterio- presupone el análisis de las primeras experiencias de duelo.
Debo decir, sin embargo, que aun si el análisis retrocede hasta las etapas más tempranas del desarrollo, base para mi nuevo criterio, los resultados todavía podrán variar de acuerdo con la severidad y la estructura del caso. En otras palabras, a pesar del progreso de nuestra teoría y nuestra técnica, debemos tener presentes las limitaciones de la terapia psicoanalítica.
¿Qué relación tiene el enfoque que estoy sugiriendo con algunos de los criterios ya bien conocidos, como los de una potencia sexual y una heterosexualidad bien establecida, la capacidad de amor, de relaciones objetales y de trabajo, y determinadas características del yo que tiendan a una estabilidad psíquica y estén ligadas a defensas adecuadas? Todos estos aspectos del desarrollo tienen una relación recíproca con la modificación de la ansiedad persecutoria y depresiva. En cuanto a la capacidad de amor y de relaciones objetales, se puede ver fácilmente que sólo se desarrolla libremente si las ansiedades persecutorias y depresivas no son excesivas. La solución es más compleja en lo que se refiere al desarrollo del yo. A este respecto, se enfatizan habitualmente dos rasgos, el incremento en estabilidad y en el sentido de realidad, pero opino que la extensión en la profundidad del yo también es esencial. Un elemento intrínseco de una personalidad profunda y completa es la riqueza de la vida de fantasía y la capacidad de sentir libremente las emociones. Estas características, a mi criterio, presuponen que la posición depresiva infantil fue elaborada, es decir, que toda la escala de amor y odio, ansiedad, pena y culpa en relación con los objetos primarios ha sido experimentada una y otra vez. Este desarrollo emocional está ligado a la naturaleza de las defensas. Una falla en la elaboración de la posición depresiva se une inextricablemente con el predominio de defensas que provocan un bloqueo de las emociones y de la vida de fantasía e impiden la introvisión (insight.) Tales defensas, que he designado como "defensas maníacas", aunque no son incompatibles con un cierto grado de estabilidad y de fortaleza del yo, van juntas con una falta de profundidad. Si en el curso de un análisis conseguimos reducir las ansiedades persecutorias y depresivas, y, en consecuencia, disminuir las defensas maníacas, uno de los resultados será un incremento tanto de la fortaleza como de la profundidad del yo.
Aun si se han obtenido resultados satisfactorios, la terminación de un análisis conlleva el surgimiento de sentimientos penosos y hace revivir ansiedades tempranas; culmina en un estado de duelo. Cuando se ha producido la pérdida que representa el final del análisis, el paciente todavía tiene que llevar a cabo por su cuenta una parte del trabajo del duelo. Creo que esto explica el hecho de que a menudo, después de la terminación de un análisis, se consigue un mayor progreso; se puede prever más fácilmente hasta qué punto se logrará, si aplicamos el criterio que he sugerido. Porque sólo si han sido ampliamente modificadas las ansiedades persecutorias y depresivas el paciente puede llevar a buen término por sí mismo la parte final del trabajo del duelo, lo que implica de nuevo una prueba de realidad. Creo, además, que cuando decidimos que un análisis puede terminar, es muy útil que el paciente sepa la fecha de la terminación con varios meses de anticipación. Esto lo ayuda a elaborar y disminuir el sufrimiento inevitable de la separación mientras está todavía en análisis y le allana el camino para que termine exitosamente el trabajo del duelo por su propia cuenta.
En este artículo aclaré que el criterio que sugiero presupone que el análisis ha sido llevado hasta los estadios tempranos del desarrollo y a capas profundas del psiquismo, y ha incluido la elaboración de las ansiedades persecutoria y depresiva.
Esto me lleva a una conclusión en cuanto a la técnica. En el curso de un análisis, el psicoanalista a menudo aparece como una figura idealizada. La idealización se usa como defensa contra la ansiedad persecutoria y su corolario. Sí el analista deja que persista una idealización excesiva -es decir, si se apoya sobre todo en la transferencia positiva- puede ser capaz de conseguir cierta mejoría. Pero lo mismo podría decirse de cualquier psicoterapia exitosa. Solo analizando la transferencia negativa tanto como la positiva se reduce la ansiedad radicalmente. En el curso del tratamiento el psicoanalista llega a representar, en la situación de transferencia, una cantidad de figuras que corresponden a las que fueron introyectadas en el desarrollo temprano (Klein, 1929; Strachey, l934). A veces es introyectado como perseguidor y otras veces como figura idealizada, con todos los matices y grados posibles entre ambos.
Cuando las ansiedades persecutorias y depresivas son experimentadas y finalmente reducidas en el curso del análisis, se produce una mayor síntesis entre los variados aspectos del analista junto con una mayor síntesis entre los variados aspectos del superyó. En otras palabras, las más tempranas figuras terroríficas sufren un cambio esencial en la mente del paciente -se podría decir básicamente que mejoran-. Los objetos buenos -distintos de los idealizados- pueden establecerse con seguridad en la mente sólo si el definido clivaje entre las figuras persecutorias e idealizadas ha disminuido, si las pulsiones agresivas y libidinales se han acercado unas a otras y sí el odio ha sido mitigado por el amor. Este aumento en la capacidad de síntesis prueba que los procesos de clivaje que, en mi opinión, se originan en la infancia más temprana, han disminuido, y que se ha alcanzado una integración del yo en profundidad. Cuando estos rasgos positivos están suficientemente establecidos, tenemos motivo para pensar que la terminación de un análisis no es prematura aunque pueda hacer revivir todavía una ansiedad aguda.